Eres el entusiasmo de ser uno de los cinco millones de visitantes que se adentran cada año en la basílica del Pilar, convirtiéndolo en el monumento más visitado de España. Eres la alegría al ofrecer, cada doce de octubre, una de las más de ocho millones de flores depositadas en la plaza. Eres la agitación inexplicable que te embarga al contemplar el rostro de una talla de solo treinta y seis centímetros de altura. Tal vez por eso eres el amor infinito contenido en cada una de las medidas de la cinta de la Virgen que hay repartidas por todo el mundo.

 

Eres el hermanamiento que nace de manera espontánea entre continentes, bajo la patrona de una hispanidad formada por seiscientos millones de personas. Eres la nobleza reflejada en cada una de las 37.500 Pilares que hay en Aragón; todavía hoy, el nombre más común en esta tierra. Eres la esperanza de tus padres cuando inmortalizaron, en una simple foto, tu paso por el manto. Eres también el cálido roce del guante de tu abuela, aquel que enfundaba su mano cuando te llevaba a ver a la Virgen. Tan solo eso, a verla. Todavía hoy conservas ese guante y aquella fotografía.

 

Eres el silencio que guarda el Ebro mientras la Virgen duerme, la inspiración de cada una de las pinceladas que nos dejó Goya en una cúpula, la serenidad cristalizada en el alabastro del retablo del altar mayor.

 

Eres el asombro cuando descubres que la columna es el centro de todo sin ser, ni siquiera, el centro geográfico de una catedral enorme, una de las diez más grandes del mundo. Eres el cariño de los millones de besos que han horadado, desde hace 250 años, siete centímetros de jaspe, uno de los materiales más duros de la Tierra.

 

Eres el orgullo de proclamar, alto y claro, que este Pilar no lo mueve ni Dios.

 

UN PILAR PARA LA VIRGEN es una experiencia audiovisual diferente sobre un espacio único; el más visitado de Aragón y, quizá, el más desconocido.